APRENDIENDO A SER PERIODISTA
Hace un buen tiempo, leí un artículo del dramaturgo
Alonso Alegría, actor, periodista,
profesor universitario en el Perú y en el extranjero, etc., además hijo de don
Ciro Alegría Bazán -“Los perros hambrientos”, “El mundo es ancho y ajeno”, “La
serpiente de oro”- y autor de los libretos y guiones de “Mi
novela favorita”, que desarrolla obras literarias a través de la radio
con actores profesionales y la
presentación-nada menos- del flamante Premio Nobel de Literatura: Mario Vargas
Llosa, su amigo y contemporáneo.
Dicho
artículo se titulaba: “Aprendiendo
a ser artista”, y basado en su experiencia como docente universitario, recomendaba a sus discípulos que aparte del
talento para la carrera elegida, debían
tener mucha disciplina y esfuerzo para no convertirse en un profesional mediocre, como tantos, sino destacar en su arte, ciencia o
profesión.
Asimismo, recomendaba la obtención de una técnica, un estilo propio,
intransferible, con mucho trabajo y dedicación. Y para ello, pedía que todo estudiante, especialmente, de letras y humanidades, además de leer mucho
aprendiera a componer un soneto. Sí, esa estrofa de catorce versos
endecasílabos, formada por dos cuartetos y dos tercetos que recomendara Lope de
Vega: “Un soneto me manda hacer Violante/ que en la vida me he visto en tal
aprieto;/catorce versos dicen que es soneto, /burla burlando van los tres
delante./ Yo pensé que no hallara consonante,/ y estoy a la mitad de otro
cuarteto, /mas si me veo en el primer terceto, /no hay cosa en los cuartetos
que me espante./ Por el primer terceto voy entrando,/ y parece que entré con
pie derecho, /pues fin con este verso le voy dando. /Ya estoy en el segundo y
aun sospecho /que voy los trece versos
acabando: /contad si son catorce y está hecho.
Claro está que no es fácil, sobre todo ahora que
los jóvenes son más irreverentes y quieren hacer el menor esfuerzo. Creen
erróneamente que eso es para las personas mayores, porque es muy aburrido y
nadie escribe con métrica, ritmo ni rima. Suponen que el “verso libre” les da
la libertad de escribir lo que quieren y cómo quieren. También critican a los
escritores clásicos sin haberlos leído. Pocos leen a Homero: La Iliada y la Odisea; Dante
Alighieri: La divina comedia; Shakespeare:
Hamlet, Romeo y Julieta, etc.; Goethe:
Fausto; Cervantes: El ingenioso
hidalgo don Quijote de la Mancha; Dostoiesky:
Crimen y castigo; Tolstoi: La guerra
y la paz; Moliere: El avaro; entre
otros, y los escritores
latinoamericanos importantísimos: César
Vallejo, Gabriela Mistral, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Rubén Darío, Nicolás Guillén, José Martí, José Hernández,
Octavio Paz, Miguel Ángel Asturias, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Alejo
Carpentier, Ciro Alegría, José Donoso, José María Arguedas, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce, etc.
En mi caso particular, como docente de Lengua y
Literatura, les pregunté a mis alumnos acerca de Rudyard Kipling y, sorprendentemente, no habían escuchado su
nombre. Más grande fue la sorpresa cuando les conté que este destacado escritor
nacido en Bombay (La India), pero considerado inglés, porque sus padres eran
británicos, ganó el Premio Nobel de
Literatura el año 1907, habiendo producido obras en verso y en prosa,
además que ejerció con éxito el periodismo.
Rudyard Kipling, aparte de sus obras clásicas,
llevadas al cine, “El libro de la Selva”, “Jim”, “Gunga Din” y la literatura
para niños y jóvenes, tiene una expresión que traducida se ha convertido en una
inteligente y acertada recomendación para todo periodista: SEIS HONESTOS SERVIDORES/ ME
ENSEÑARON CUANTO SÉ/ SUS NOMBRES SON: CÓMO, CUÁNDO,/DÓNDE, QUÉ, QUIÉN Y POR QUÉ. Esta
cuarteta o copla, me ha permitido glosarla o desarrollarla en cuatro décimas: